Hazlos partícipes de tu sed de redención universal, por la cual renuevas tu Sacrificio sobre tus altares.
Descúbreles el horizonte del mundo entero, donde la silenciosa súplica de tantos hermanos pide la luz de la verdad y el calor del amor, para que, respondiendo a tu llamado, prolonguen aquí en la tierra tu misión, edifiquen tu Cuerpo Místico, la Iglesia, y sean sal de la tierra y luz del mundo.
Extiende, Señor, tu llamado a muchas almas generosas, e infúndeles el ansia de la perfección evangélica, y de la entrega al servicio de la Iglesia y de los hermanos necesitados de asistencia y caridad.
Amén.
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